jueves, 30 de junio de 2016

Los besos en el pan – Almudena Grandes



Contra la crisis, más barrio
Son muchos los seguidores de la obra de Almudena Grandes (Madrid, 1960), que esperaban ansiosos una nueva entrega de los Episodios de una guerra interminable, y que se han llevado un sorpresa con la publicación de Los besos en el pan, una historia de rabiosa actualidad, con un atractivo título, que hace referencia a los años del hambre en la posguerra.
En un contexto de crisis y desigualdad que afecta a la sociedad española, en particular a sus clases medias y bajas, no ha dejado la autora, siempre comprometida en sus columnas de prensa y radio, ceder al desafío de novelar la situación crítica que está tolerando el país. Un barrio de Madrid, un barrio como tantos otros de cualquier ciudad española, sirve de escenario para situar la acción. Los vecinos de este barrio sufren y conviven con hechos y enredos cotidianos bien conocidos por el lector, ya que se trata de historias muy cercanas.
Estos vecinos, por supuesto, enterados de la situación económica que atravesaba el mundo occidental, y en particular su país, no fueron, sin embargo, conscientes de que ellos también podían verse agredidos en su día a día por la crisis. Será por el temperamento optimista y por un cierto grado de indolencia del español, el caso es que no fueron capaces de intuir que en un futuro cercano, podían verse afectados.
La culpable de tantas apreturas es la casa con jardín que se compraron en la costa hace tres años, cuando la crisis parecía un anuncio de una película de catástrofes y el director de la sucursal bancaria les ofrecía una hipoteca sin límites, os doy un poco más para la obra, ponemos otro poco más para los muebles, ¿y el seguro?, ¿y la alarma?, ¿y una piscina no vais a hacer? Pero les hacía tanta ilusión…
Una vez disfrutadas las vacaciones estivales, a primeros de septiembre, el barrio recupera su actividad habitual; sin embargo, varios de sus vecinos reciben noticias intranquilizadoras, noticias de posibles cierres patronales, de posibles reestructuraciones, de posibles eres o de posibles bajadas de sueldo, noticias que generan preocupaciones, y entonces sí, entonces empiezan a ser conscientes del impacto que la crisis puede ocasionarles. 
El barrio, como centro neurálgico de vivencias y actividades, también se ve afectado; en mayor o menor medida, sus vecinos se sienten agredidos por la nueva situación económica, por una crisis que no entiende de capas sociales, pero que atañe a las familias del barrio, a tres generaciones de españoles que se ven acuciados por la triste realidad social, de la que no son culpables, pero sí víctimas.
La autora madrileña, narra las circunstancias que padecen varios vecinos, de forma bastante sencilla, en capítulos muy cortos, que sirven para dar voz a una serie de personajes implicados en coyunturas por todos conocidas: inmigración, explotación laboral, recortes, despidos, ERES en empresas públicas, colas en el INEM, bajadas de sueldos, licenciados trabajando en puestos poco reconocidos, fondos buitres, abogados defendiendo a personas sin recursos y a asociaciones de vecinos, corrupción, necesidad de regresar al pueblo por falta de oportunidades en la ciudad, hipotecas draconianas difíciles de amortizar, desahucios, alquileres sociales, parados de larga duración, jóvenes que abandonaron los estudios para trabajar en la construcción y ahora son parados que no saben ni multiplicar, muestras de solidaridad, más recortes y más despidos, cierres de centros de salud, concentraciones en defensa de la sanidad pública, cargas policiales, contrabando, voluntariado, comedores sociales, emigración forzosa de jóvenes cualificados por falta de trabajo, etcétera, etcétera. 
Almudena Grandes.
Como en otras novelas de Almudena Grandes, las vidas de estos personajes se cruzan, originando todo tipo de conflictos, tanto personales, como sociales y laborales. Aparecen nuevos amores, deseos, secretos, noches de amor espectaculares, cenas y fiestas familiares, violencia de género, depresión, alcoholismo, enfermedades, suicidio, desamor, desencanto,   cambios de identidad de género, jóvenes sin recursos que se refugian en mezquitas y en páginas de Internet que reclutan voluntarios para viajar a Siria, y otras miserias, y otras venturas, porque también se puede, y se debe siempre, intentar ser feliz.
- Me llamo Adriana.
- Adriana…
- Si, anoche no me lo preguntaste.
- Anoche no me importaba.
- ¿Y ahora te importa?
- Sí, ahora me importa
Con estas premisas, Almudena Grandes ha escrito una novela coral, una novela en la que los protagonistas son el barrio y la crisis. Los personajes quedan en segundo plano, aunque hay que reconocer que algunos de ellos resultan atractivos para el lector: la Amalia de la peluquería, que a pesar de las dificultades del negocio, no duda en ayudar al vecino que lo necesite, el Pascual del bar, que además de asimilar nuevos secretos familiares, tampoco duda en colaborar, la doctora Diana Salgado, preocupada por el cierre del centro de salud y por su familia, Pepe, su marido, que a sus problemas laborales, se añade un asunto de salud, o su cuñada Sofía, que desengañada con su ex-pareja, busca una nueva oportunidad, y tiene tiempo para crear un comedor social para que los niños sin recursos de su colegio, tengan la alimentación digna, que les niega la administración pública con los recortes.
Y cómo olvidarse de los abuelos de esta novela, sobre todo de las abuelas, fuente de sabiduría y de sensatez, tronco y sostén de sus familias cuando se ven acuciadas por los problemas, abuelos que conocieron otros tiempos mucho peores, otras crisis más profundas, y que supieron ser “pobres con dignidad”, abuelos que imparten felicidad entre los suyos, tal y como hace la abuela de Carlos, montando el árbol de navidad en septiembre.
La unión entre vecinos, familias y amigos, como actitud positiva y necesaria para hacer frente a la crisis y a los recortes, es la receta para alcanzar pequeñas, pero importantes victorias, como es el caso de la concentración en defensa del centro de salud. Por el contario, el aislamiento de personas que no han tenido suerte y no han sido capaces de relacionarse ni encontrar amparo en la familia o los amigos, sufren consecuencias fatales.
El miércoles, Antonio bebe, piensa, bebe, se decide, bebe, se acobarda, bebe, explora las posibilidades que le quedan, bebe. Tiene cincuenta y seis años, estudios primarios, en toda su vida sólo ha trabajado como mecánico del metro, hace seis meses que agotó la prestación de desempleo, es alcohólico, no tiene hijos, ni padres, ni familiares a su cargo, no conoce a ningún abogado, una vez preguntó por los subsidios de integración, esos cuatrocientos euros que le dan a tanta gente, y le dijeron que a él no se los iban a dar ni de coña.
La lectura de la novela se hace más interesante con el paso de páginas. En los primeros episodios parece un texto menor en la biografía de la autora, sin embargo, a medida que los hechos se articulan y las vidas de los personajes se cruzan, el relato adquiere más solidez, con momentos de indudable intensidad, que se combinan, a veces, con otros fragmentos más planos, con menor fuerza narrativa.
Manifestación en defensa de la Sanidad pública. - Imagen EFE
A lo largo de su carrera, Almudena Grandes ha creado personajes femeninos inolvidables y con marcados perfiles psicológicos, sin embargo, en Los besos en el pan, es posible que el lector con el paso del tiempo, margine a los protagonistas de este barrio, aún así, seguirá recordando que fueron víctimas de una crisis económica, y que muchos de ellos se rebelaron contra el sinsentido provocado por los otros, los que no aparecen en la narración. En esta novela no hay ninguna Lulú, ni Malena, ni Sara, ni Raquel, ni Inés, ni Manolita, pero sí hay un colectivo, un barrio madrileño, que perdurará en nuestra memoria.
Un año después, si bien han cambiado algunas cosas, el barrio continúa rebosante de vida y actividad, algunos vecinos han soportado el envite de la crisis, otros han participado en acciones vecinales o en iniciativas solidarias. En cualquier caso, todos tienen un futuro por delante.
…en este barrio de Madrid que es el suyo, distinto pero semejante a muchos otros barrios de esta o de cualquier ciudad de España, con sus calles anchas y sus calles estrechas, con sus casas buenas y sus casas peores, sus plazas, sus árboles, sus callejones, sus héroes, sus santos, y su crisis a cuestas.
Aquí se quedan sus vecinos, familias completas, parejas con perro y sin perro, con niños, sin ellos, y personas solas, jóvenes, maduras, ancianas, españolas, extranjeras, a veces felices y a veces desgraciadas, casi siempre felices y desgracias a ratos, pero iluminadas ya por la luz de otro septiembre.
En los últimos años han aparecido otros autores españoles denunciando la precaria situación económica. En estos momentos, es muy importante escuchar la voz de los intelectuales, y necesaria una literatura que se haga eco de la realidad social del país, de la corrupción, de la crisis y de las desigualdades. Autores como Pablo Gutiérrez o Pedro Simón han escrito sobre el tema, y el desaparecido Rafael Chirbes, incluso adivinó con mucha antelación, los peligros de una sociedad descontrolada.
Los seguidores de la autora madrileña continuarán atentos a la aparición de la cuarta entrega de los Episodios de una guerra interminable. Almudena Grandes con su lenguaje ágil, conmovedor y entretenido, y a la vez, crítico e inconformista, se ha convertido en una voz imprescindible de la literatura española.


from El Club de los 1001 Lectores http://ift.tt/29aEJ2Z
via IFTTT

No hay comentarios.:

Publicar un comentario