¡Hola ciudadanos/as! ¿Qué tal estáis? ¿Cómo lleváis este sábado y el fin de semana? Espero que estéis leyendo un montón... ¿Qué no lo estáis haciendo? ¿Qué no sabéis qué leer? Pues quedaros un ratito conmigo porque os voy a hablar de la que ha sido una de mis últimas lecturas. Bajo el sello Nube de Tinta, Tenía que pasar de David Yoon es una novedad de febrero que quería leer por curiosidad. Ya tenía el punto de mira puesto sobre este título, aunque lo conocí, como siempre, en su versión original. Me parecía una historia curiosa con algo que aportar y, aunque es un libro que no destaca con una gran historia, no ha sido una mala lectura. ¿Queréis saber más? ¡Os dejo mi opinión aquí debajo!
Título original: Frankly in Love
Trilogía/Saga: Sí. Bilogía
Autor/a: David Yoon
Traductor/a: Noemí Sobregués AriasEditorial: Nube de tinta
Páginas: 352
Precio: 16,95€
ISBN: 9788417605100
SINOPSIS:
Un noviazgo real, otro ficticio y una tradición familiar que lo complica todo. ¿Qué podría salir mal? Frank Li nació en California, nunca ha estado en Corea y casi no habla coreano. Aun así, sus padres tienen una regla de oro: solo puede llevar a casa chicas coreanas. Cuando se enamora de Brit (que no lo es) y decide fingir que sale con su amiga Joy (que sí lo es), Frank aprenderá que no sabe tanto del amor como cree ni quizá tampoco de sí mismo. Tenía que pasar es la rompedora primera novela de David Yoon, autor número uno del New York Times, que trata de dar respuesta a la pregunta que nos persigue a todos en algún momento de nuestras vidas: ¿quién soy yo?
Por extraño que parezca, Frank tiene dos nombres. Por un lado está Frank Li, que es como todo el mundo lo conoce, uno de los chicos raros del instituto, uno de los estudiantes más brillantes y el mejor amigo de Q; y por otro, como una sombra que le persigue constantemente, su nombre coreano: Sung-Min Li, aquel que sigue la estela de sus padres, sus tradiciones, sus estúpidas normas. El nombre que hace de la vida de Frank Li algo más difícil y complicada. Brit Means es la chica de sus sueños. Tiene los mismos gustos que él, es tan guapa que lo deja babeando y le hace reír como nadie. Pero Brit no es coreana. Y, por mucho que Frank esté enamorado de ella, por mucho que sueñe cada noche con besarla, y por mucho que ella se esfuerce en encajar dentro del mundo de Frank, el que no sea coreana es algo que los padres de Frank no están dispuestos a asimilar. Así que Frank, aun siendo perfectamente consciente de todo lo que les debe a sus padres y con la ayuda de su amiga coreana Joy Song, toma la dura decisión de mantener oculta su relación con Brit. Sin embargo, los planes nunca salen como uno espera. Lo que iba a ser una coartada y un buen trato para Frank y para Joy finalmente acaba convirtiéndose en algo inesperado. Frank tendrá que hacer frente a muchos más problemas de los que esperaba encontrar y, mientras tiene que decidir si hacer caso a su corazón o a sus estrictos padres, toda su vida empieza a desmoronarse cuando descubre que su familia le ha estado ocultando algo inevitable.
Tenía que pasar es un libro que tenía ganas de leer solo por la persona que lo firma. Quizás el nombre de David os lleve a pensar en mucha gente pero, si a eso le añadimos el apellido Yoon, es probable que dentro del mundo literario pensemos de manera inevitable en otra de las autoras más aclamadas dentro de la literatura juvenil de los últimos años. Que compartan apellido no es casualidad: David y Nicola Yoon son marido y mujer. La intrusión de David al panorama literario me llamaba la atención para ver de qué manera lograba crearse su propio hueco y, sobre todo, para ver si conseguía gustarme más que Nicola Yoon, con la que todavía no he hecho grandes migas. Tenía que pasar es un libro que ya parte de una situación complicada y que, sabes, se va a enredar mucho. Pero la historia tenía algo guardado bajo la manga que, en ningún momento, me vi venir.
Son muy odiosas las comparaciones, pero la pluma de David Yoon me ha recordado en más de una ocasión al estilo que John Green utiliza normalmente dentro de sus libros. Eso sí, son dos autores que aportan su propia esencia y no da la sensación de que estás leyendo un libro del segundo. Tenía que pasar es un libro que, usando una narración en todo momento en primera persona a través de la ojos de Frank Li, nuestro protagonista, viene con la intención de romper con aquello que se espera de nosotros solo por ser cierta persona o pertenecer a cierto colectivo para que podamos avanzar, saltarnos los esquemas y, sobre todo, elegir ser quien queramos ser. El libro en sí empieza como una historia de amor, aunque ya parte de algunas prohibiciones que harán que, a lo largo de todo el libro, las relaciones que se crean sean, inevitablemente, creadas para el fracaso y una gran montaña rusa de idas y venidas que será lo que de vida y fundamento a la lectura. Frank Li procede de una familia coreana emigrante muy estricta que siempre le ha dicho que tiene que enamorarse y casarse con una chica coreana. No hay más opciones. Pero claro, el amor no hace distinciones entre una procedencia u otra y, pronto, Frank se va a enamorar de una chica que, a ojos de sus padres, no es la adecuada ni la que van a aceptar. Es por eso que, a lo largo de los primeros compases de la novela, y entre una narración juvenil que consigue atraparte y engancharte a las páginas del libro, lo que más se va a ver es la confusión de Frank y como éste va a empezar a cuestionarse muchas de las normas que sus padres tienen diariamente sobre él solo por amor. Tenía que pasar, como ya sabréis, es una historia más personal y más hecha a tratar temas que, como adolescentes, vivimos como una presión constante que no nos deja respirar del todo bien, por lo que no esperéis grandes escenas de intriga, acción, tensión o de pura adrenalina. Es un libro pausado, que va tocando cada fibra de la que se compone de manera parsimoniosa y con cariño, un libro que si bien consigue sacarte alguna que otra sonrisa gracias a la chispa de sus personajes, y gracias a un argumento que va a estar moviéndose entre situaciones con las que consigues estar dentro de sus páginas, no es un libro que se lea del tirón pero sí uno que tiende a hacer que el lector reflexione. Poco a poco, la lectura va cambiando de registro y de tono mientras las cosas se complican, nuevos sentimientos surgen y nuevas dudas alrededor de la vida de Frank dan a luz, explorando nuevos rincones de su persona y, también, de sus amigos, familiares y tradiciones, hasta llegar a un punto en el que hay un giro argumental inesperado que va a poner más dramatismo a todo lo que estamos leyendo. Puede que no sea un libro de acción o aventuras, pero el drama está asegurado. Así que es en este momento cuando se pone en marcha y se hace mucho más palpable eso de tocar de manera más profunda el tema de la familia, la amistad y, sobre todo, el mensaje de que, quizás, ya es demasiado tarde para hacer algo y que, por el camino, hemos perdido oportunidades que jamás vamos a volver a tener para estar cerca de nuestros seres queridos o para conocer mejor a alguien que podemos perder de manera irremediable. La decepción con uno mismo, la pérdida, el y ahora qué es lo que va a caracterizar los últimos capítulos del libro, en el que las cosas seguirán yendo mal, volverá a haber complicaciones pero que, también, muestra las primeras luces de la aceptación, los primeros pasos para salir de un círculo de oscuridad, y la llegada hasta la esperanza de que, a partir de ahora, hay mucho por lo que vivir y por lo que seguir hacia adelante.
Como os he comentado ya, Tenía que pasar es un libro que aborda numerosos problemas que nosotros y nosotras, por ejemplo, al pertenecer a un sector del colectivo más "privilegiado" no sentimos o sufrimos. David Yoon hace un esfuerzo para enseñarnos lo que se esconde detrás de muchas familias que, para mantener su historia, su pasado, su descendencia, implica a sus hijos o hijas dentro de una situación inestable en la que todo se puede desmoronar. Y es que Tenía que pasar no solamente habla de todos los temas que os he señalado hasta ahora: la pérdida, la aceptación, la inseguridad, la confusión, la encarcelación dentro de uno mismo. Es un libro que quiere ir más allá y tratar temas, también, como el racismo o los peligros de no estar dentro de lo más aceptado socialmente, étnicamente hablando. Caemos en la tendencia, equivocada y horrible, de mirar por encima del hombro a aquellos que, pensamos, no son como nosotros o están por debajo nuestra. Juzgamos, plagamos de estereotipos figuras que, simplemente, son como nosotros. Iguales. Sin embargo, vivimos dentro de una sociedad que se asusta de lo que es distinto a nosotros e intentamos enfrentarla y ganarle la batalla. Todo este sentimiento se ve perfectamente no solo dentro de la familia de Frank Li, sino también en todo su círculo. Hay mucho resquemor, miedo a perder tradiciones, a perder culturas, maneras de ser. A convertirse en lo que la tendencia dice, a ser conquistados. De ahí procede toda la idea que los padres de Frank tienen sobre la pureza, de tener que estar con una chica coreana y con nadie más. El personaje de Frank es alguien inestable que va a estar caminando en zigzag constantemente. Metiendo la pata constantemente, aprendiendo mientras desaprende. A veces lo he notado algo apático, egoísta, con cambios de parecer algo bruscos. Muchas de sus decisiones y acciones no me han gustado, eso del romance a dos bandas tampoco ha sido lo mío, yendo de un lado para otro, haciendo daño a gente de manera innecesaria, jugando con sus sentimientos, pero creo que todo ello forma parte de su evolución y de intentar encontrar su camino, las consecuencias de vivir constantemente bajo unas normas muy estrictas.
Aquí también es donde entra el tema de la identidad, el intentar saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir o queremos estar. Es lo que más a abrazado al libro desde el comienzo, esa lucha por intentar descubrir cuál es nuestro papel dentro de todo este juego llamado vida, dentro de un escenario llamado mundo. Es muy importante que, sobretodo, seamos nosotros mismos quiénes decidamos qué hacer o no para avanzar, y no dejarse llevar por gente que puede enredar nuestro camino de mil maneras imposibles de arreglar. Y que eso no impida estar presente en los momentos más importantes de nuestra vida. La libertad de hacer y decidir debería estar ahí para todo el mundo sin tener algún tipo de obstáculo, pero a veces nos topamos justamente con aquello que nos impide disfrutar de todo ello al completo.
En resumen, Tenía que pasar es un libro que, aunque no lo parezca, intenta adentrarnos dentro de una forma de vida muy desconocida para la mayoría de nosotros y nosotras. Con un personaje que intenta ir de un lado para otro para descubrir quién es realmente, el libro se lee rápido gracias a la pluma juvenil del autor y, sobre todo, por la personalidad de algunos de sus personajes que, de manera chispeante, han conseguido sacarte más de una sonrisa dentro de un mundo que te encarcela por todos lados.
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