¡Hola ciudadanos/as! ¿Qué tal estáis? ¿Lleváis bien la semana? Un día más aparezco por aquí para dejaros una nueva reseña. En esta ocasión vengo con mi opinión de Hijos de virtud y venganza, la secuela de Hijos de sangre y hueso, una segunda parte que me ha gustado mucho y con la que os digo que tenéis que leer esta trilogía de fantasía si todavía no lo habéis hecho, porque os estáis perdiendo una historia de las buenas. ¿Queréis saber más de ella? ¡Pues seguid leyendo! Pero antes...
AVISO: Si sigues leyendo encontrarás spoilers del PRIMER LIBRO
Título original: Children of Virtue and Vengeance
Trilogía/Saga: Sí
Autor/a: Tomi Adeyemi
Traductor/a: Ana Mata BuilEditorial: RBA Molino
Páginas: 496
Precio: 18€
ISBN: 9788427213470
SINOPSIS:
La magia ha regresado al país de Orïsha... Pero la lucha por el poder no ha terminado. La guerra acaba de empezar. Tras enfrentarse a lo imposible, Zélie y Amari han logrado devolver por fin la magia al país de Orïsha. Pero el ritual fue más poderoso de lo que pudieron imaginar y, además de a los maji, también reavivó los poderes a los nobles con ancestros mágicos. Ahora Zélie se esfuerza por unir a su pueblo en un mundo donde el enemigo es igual de poderoso que él, por asegurar el derecho de Amari al trono y por proteger a los nuevos maji de la ira de la monarquía. Si no lo consigue, el reino de Orïsha podría desaparecer. ES LA HORA DE QUE ZÉLIE UNA A SU PUEBLO. ES LA HORA DE QUE ORÏSHA LUCHE POR SU LIBERTAD.
Después de intentar lo imposible, Zélie y Amari han devuelto la magia a Orïsha, un lugar que ha sufrido demasiado tiempo la fuerza y brutalidad de la monarquía. Recorriendo todo el continente en busca de los tres artefactos mágicos que harían posible la resurrección de la magia, Orïsha, al fin, vuelve a respirar como antes. Pero el ritual que en un principio iba a beneficiar a maji tiene consecuencias inesperadas. Porque cuando ambas traen de vuelta a la magia, ésta recae en las personas menos inesperadas: los nobles con ascendencia mágica. Llamándose a sí mismos Titans, ahora Zelie deberá luchar para unir a toda Orïsha en un momento en el que el enemigo tiene un poder tan grande como el suyo y, tras perder a su padre, la única manera en la que esa lucha y sacrificio tiene sentido es uniéndose a la resistencia de maji que existe. Bajo la misión de liberar a Orïsha, los pocos maji que quedan se encuentran ocultos, entrenando y preparándose para el golpe definitivo que acabe, de una vez por todas, con la opresión de la corona. Sin embargo, los Titans son más de lo que aparentan y, bajo armas secretas, la resistencia podría no ser suficiente para el futuro que su pueblo necesita. Amari, la princesa que volvió a dar esperanza, es la solución que, quizás, podría unir de nuevo a todo el continente. Pero asegurar su derecho al trono no será tan fácil cuando, por delante, Zélie tenga que hacer frente a numerosos obstáculos inesperados que podría alejarla aún más de los pocos seres queridos que le quedan. A medida que las cosas comienzan a escalar fuera de control, Zëlie debe tomar una decisión: encontrar una manera de unir a Orïsha definitivamente, u observar cómo se separa para siempre.
Hijos de sangre y hueso es un libro que tuve el placer de leer hace dos años. Fue una de las publicaciones más esperadas debido a la cantidad de buenas opiniones con las que aterrizaba desde su publicación en Estados Unidos. Cuando abrí el libro y leí su interior, comprendí el por qué esta historia firmada por Tomi Adeyemi había llamado la atención de muchos y muchas: una ambientación inspirada en las culturas africanas, con mucha conexión con la vida en las tribus; un elenco de personajes fuertes y sumamente interesantes; una trama dinámica y potente, con fantasía a su alrededor, ese punto original. No obstante, le encontré una falla a la lectura. El romance. Me pareció precipitado y poco construído, pero al menos no me impidió disfrutar de esa primera lectura. Ni de la segunda que he hecho hace sólo una semana. Quería ir fresca en memoria antes de lanzarme a por Hijos de virtud y venganza, el segundo libro de esta trilogía, haciendo relectura del primero que, incluso, podría decir que me ha gustado un poco más. Y creo que ha sido uno de los motivos por los que Hijos de virtud y venganza me ha vuelto a parecer una maravilla.
Volviendo a retomar una narración en primera persona a través de tres puntos de vista diferentes, Tomi Adeyemi recoge muy bien los últimos compases de Hijos de sangre y hueso para dejarnos, en las primeras páginas de esta continuación, un menú de consecuencias inesperadas que se convertirán en el foco central sobre el que la trama se irá desarrollando. Teniendo ya un adelanto impactante en el anterior libro, en este se explora mucho más una magia que, ahora, está al alcance de todos. A pesar de que los primeros capítulos sirven para aplanar el camino, donde lo principal será acompañar a los personajes por ese duelo que están pasando al perder a seres queridos, pronto la autora sorprenderá con un giro argumental apoteósico que, personalmente, me puso el vello de punta al ser consciente de todo lo que se va a venir en este libro. Una vez más, la narración entre diferentes personajes hace que se abran dos arcos y momentos: uno con el que nos adentraremos mejor en la historia de Orïsha, profundizando en sus creencias, leyendas y costumbres; y otro que nos acercará a la monarquía, su interior y funcionamiento, estando presentes en los grandes cambios que se van a producir dentro de la corona, siendo partícipes de los planes, misiones y estrategias que se van a llevar a cabo. Para mi, Hijos de virtud y venganza es un libro que viene con una lectura en constante movimiento, sirviendo a veces como una transición de cara al tercer y último libro y, otras, aportando escenas y momentos muy tensos y plagados de acción que agradeceremos para cortar, cuando menos nos lo esperamos, con esas partes más suaves y tranquilas. Es una lectura inteligente, ligera y muy entretenida, que sabe cómo moverse en todo momento, intercalando, como digo, momentos que son necesarios para seguir avanzando en el camino de nuestros personajes, introduciendo a nuevos, recuperando a antiguos y formando una red de relaciones y conexiones muy buenas, siendo aquí donde más unidos y cercanos nos sentiremos con este mundo tan bellamente creado por Tomi Adeyemi, conociendo más detalles y características de una Orïsha que, aún, tiene mucho que ofrecer. Momentos donde las carreras de un lado para otro, los poderes mágicos, la superviviencia y la acción están aseguradas al cien por cien, es posible que, como digo, el libro ofrezca escenas donde habrá más diálogo que otra cosa para prepararnos para la batalla, pero, cuando la historia dice aquí exploto, es que ahí explota. Y vaya manera. Giros argumentales muy buenos, momentos inesperados y emocionantes, llega un punto en el que parece que hemos entrado en un huracán de tiras y aflojas impresionante entre los personajes y sus luchas que nos va a dejar muy pegados al libro, caminando ya hacia un final asombroso. Muy sentimental, mi corazón estaba en un puño mientras leída todo lo que pasaba, sufriendo y soltando alguna que otra lágrima al ver los sacrificios que, de nuevo, se van a tener que hacer. De verdad, yo no sé esta mujer qué tiene que enamora con su escritura, te tiene completamente enganchada y te deja medio KO. Y el epílogo... ¡vaya epílogo que vuleve a dejar! Otra vez intrigante, misterioso e impactante, se avecina una buena de cara al tercer libro y, lo que es mejor, la autora avanza en está última página un escenario que estoy deseando poder conocer de una vez.
Este libro, como podéis ver, me ha gustado muchísimo pero, de nuevo, la medalla de oro de todo este conjunto se lo lleva una ambientación que, POR DIOS, necesito más como esta en todos los libros. Menudo worldbuilding más alucinante, novedodo y original. Es que es enorme y maravilloso, el montón de detalles que hay en Orïsha y cómo tiene guardados un montón de secretos que se exploran en este segundo libro. Es decir, en Hijos de sangre y hueso ya se nota que la imaginación de Tomi Adeyemi bebe mucho de esas influencias y culturas africanas, creando un mundo complejo y mágico, único y que llama completamente tu atención, que te abraza como otro ser vivo más dentro del libro. Todo lo que la autora nos presenta en la primera parte parece suficiente, pero es que en Hijos de virtud y venganza, todo lo que a simple vista parecía ya más que amueblado empieza a desempolvar nuevos elementos con los que dices MADRE MÍA, PERO QUÉ ES ESTO. La magia de Orïsha es sumamente especial, y la forma en la que aquí crece y evolucione es deslumbrante. A mí me ha apasaionado conocer mejor todas esas leyendas sobre los Dioses y las Diosas que son parte fundamental de la vida de este pueblo, profundizar más en ello, conocer nuevas historias, más del pasado de Orïsha. La importancia que tiene la unión como pueblo, el amor de la familia y la amistad para conseguir algo más grande, conseguir una magia que solo se puede tener de esa manera, viendo cómo funciona mejor el sistema o jerarquía que hay entre diferentes casas o clanes. Conocer nuevos estilos de poderes que se pueden tener, más relacionados con la naturaleza, con el viento o el agua, de verdad que, para mí, esto ha sido de lo mejor. Y, junto a esto, otra de las cosas que me han gustado, aunque os pueda sorprender, es el romance. Ya no tenemos aquí ese romance precipitado que tanto me chirrió en el primer libro. Tenemos un romance que va por diferentes caminos. Con representación LGTB+, algo más tímido, más picante y mucho mejor llevado y construído. Hay detalles muy bonitos, hay momentos con los que me he reído, tonos más sarcásticos para chinchar, ha sido un romance que me ha ganado completamente y no me lo esperaba, ya que es algo muy diferente a lo que habíamos visto hasta ahora dentro de esta trilogía.
Lo único que voy a apuntar como algo negativo es que, en algunos personajes, se utiliza una evolución que cambia drásticamente sus personalidades, y es algo que no me ha terminado de convencer. No voy a dejar expresamente los nombres o esos momentos por los que señalo esto, pero todavía estoy pensando en si acepto o no algunos de los actos que algún que otro personaje ha llevado a cabo en esta segunda parte bajo una justificación un tanto exagerada o muy alejada de lo que realmente son ellos como personas. Cuando los conocemos, queda bien claro qué tipo de personalidad y pensamiento tiene cada uno sobre ciertos aspectos, y en este libro como que se abusa demasiado de una oscuridad que ha provocado que, en más de una ocasión, conversaciones y maneras de comportarse no sean las esperadas. Desconozco qué camino seguirá ahora la autora para estos casos en el último libro, pero espero que, de alguna manera, se puedan redimir y volver a su estado normal y principal. También os digo, es parte del juego de la evolución de un personaje y, en cierto punto, esto que señalo como negativo es, también, algo positivo por el que los personajes no se quedan atascados en el mismo sitio, pero no me ha gustado mucho la manera en la que Tomi Adeyemi ha llevado ciertos trayectos.
Por todo lo demás, Hijos de virtud y venganza es una segunda parte de trilogía brutal. Ha sabido y ha conseguido ponerse a la altura del primer libro, sin decaer en ningún momento. Con una Orïsha deslumbrante y que es la gran protagonista, Tomi Adeyemi se consolida como una de las grandes autoras de fantasía juvenil actuales gracias a una originalidad apabullante, unos personajes muy bien definidos y construídos y una historia que apasionará a los amantes del género.
¡Mil gracias a RBA Molino por el ejemplar!
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