Usando una narración en primera persona a través de dos perspectivas, la de Nora, siendo esta más protagonista, y la de Oliver,
El bosque de las cosas perdidas es un libro fantástico y maravilloso que funciona perfectamente desde el comienzo gracias a una Shea que está mucho más segura de lo que escribe, usando un estilo muy propio y característico de ella, conservando su esencia y su toque místico pero llegando a ser más atmosférico y más misterioso que su novela debut. En cuanto a esquema, la verdad es que
El bosque de las cosas perdidas sigue uno bastante común, pero no es un libro simple aunque pueda parecerlo. Los primeros compases de la novela son el espacio pensado para introducir cada uno de esos elementos que, más adelante, tendrá más o menos importancia para la historia. El bosque que nos acogerá, el campamento para chicos problemáticos y sus huéspedes, el inicio de un misterioso caso que todavía estará por resolver y la vida de Nora y su historia familiar, todo ello es lo que nos encontraremos en estos capítulos y páginas. Sin embargo, en ningún momento he notado que fuera una introducción lenta o densa ya que
El bosque de las cosas perdidas no se va a andar con rodeos y nos llevará directos al grano, con un chico que ha desaparecido y que es, de repente, el que Nora encuentra en el bosque sin poder creerlo y sin saber cómo ha sobrevivido ahí dentro y a la interperie invernal durante tanto tiempo. Es así como este libro me ha ganado tan rápido y me ha atrapado entre sus fauces sin poder remediarlo. A partir de ese momento, y siguiendo ese primer giro en la trama, la lectura se vuelve intrigante y muy interesante gracias a una buena ola de preguntas que asaltarán tu mente para mantenerte enganchada y para que tengas la necesidad de seguir leyendo solo para contestar a la más importante de todas: ¿qué está pasando?
Shea Ernshaw hace un trabajo excelente para jugar con nuestras mentes, para crear pistas falsas o dejar ilusiones, llevándonos de un lado al otro y haciendo que siempre estemos cuestionando cada escena o paso que damos en este escenario, con algo de miedo y sin fiarnos mucho de nuestro alrededor. Por ello, para mí
El bosque de las cosas perdidas ha sido una lectura emocionante y muy misteriosa, super entretenida y de la que no he podido escapar tan fácilmente. He estado muy metida en el libro en todo momento, quierendo investigar e indagar más en todo lo que estaba ocurriendo, disfrutando de cada página y encontrando un dinamismo brutal que ha funcionado muy pero que muy bien. Cuando menos te lo esperas estás prácticamente por la mitad del libro, disfrutando aún de unos capítulos que no se alargan demasiado y que se van a ir entrelazando entre los dos narradores, centrándonos cada vez más en esos personajes secundarios que empiezan a enseñar sus verdaderos propósitos y a poner sus cartas sobre la mesa, y complicándolo todo mucho más para añadir ese factor de no saber qué creer o en quién confiar. Esto hace que los giros en la trama sean más abundantes, que las sorpresas lleguen una detrás de la otra, que tu mente se confunda más y más y, aunque llegados a un punto yo me olí parte de lo que estaba sucediendo de verdad, parte de la gran bomba final, por otro lado seguía viendo y notando cosas que continuaban captando mi atención y con las que sentía que aún quedaba mucho por descubrir. Por ello, y ya de cara al final, es posible que la verdad que se esconde tras ese caso misterioso que nos acompaña desde el comienzo no me pillara tan desprevenida pero, aún así, me quedé con los ojos completamente abiertos al ser consciente de las otras partes que complementaban el misterio inicial. Unos últimos capítulos en los que va a pasar de todo, lo guay que tiene
El bosque de las cosas perdidas es que es un libro que sorprende desde el principio y que no sabes por dónde va a salir, tal y como ando diciendo. Eres consciente de que algo se cuece, algo muy oscuro y turbio, y todo se convierte en una sospecha. Pienso que la autora ha conseguido crear un libro muy potente y original, una mezcla muy buena entre la fantasía y el thriller con el que ha hecho que este libro sea una auténtica y tétrica aventura, dejando un punto y final diferente que no se parece en nada a cualquier otro pero que, aquí, queda estupendamente.
Pero, ¿es el misterio lo único que tiene de bueno
El bosque de las cosas perdidas? En absoluto. Ya he comentado que es un libro con mucha personalidad y con una originalidad tremenda, algo que recae en una ambientación que, de verdad, me ha puesto el vello de punta en más de una ocasión. Ya sabéis la importancia que le suelo dar a una buena ambientación casi siempre, y os aseguro que la que trae este libro es completamente embaucadora y muy realista. Es una ambientación que nos traslada a la parte más fría y gélida que nos puede dar un sitio de plena naturaleza, y creo que precisamente está ahí la magia del lugar. El misterio con el que se ha ido moviendo el libro ha sido muy bueno pero, sin una ambientación como esta, nada hubiera funcionado de la forma tan buena en la que lo ha hecho. Es complicado describir este escenario, porque no es uno fácil de detallar. Está compuesto de muchas cosas, muchas conexiones con los personajes y, en especial, con Nora. Pero es una ambientación que tiene vida propia. Un bosque que respira, piensa, se enfada, se duerme, está más calmado o está mas confuso. Es un bosque con el que hay que tener cuidado y que hay que respetar. A mí me ha encantado todo lo que Shea nos ha ido soltando de él a cuentagotas. Tener una ambientación como esta intensifica el montón de sensaciones que te produce la lectura en todo momento, y todavía tengo en mente una escena en concreto que la sufrí mucho porque parecía que estaba ahí delante, con los personajes, viviendo eso. Os aseguro que es una parte del bosque tan bien marcada y sentida que lo único que había era agonía y ganas de salir corriendo. Ha sido una pasada, la he saboreado con gusto, y tiene secretos y recovecos que solamente podréis entender si os animáis a conocerlos.
Junto a ello, otra de las cosas mágicas que tiene este libro ha sido el pasado familiar que nos narra Nora, y especialmente el libro y la autora, desde el principio. Ella es una Walker, como bien nos recuerda constantemente, descendiente de otras Walker que siempre han vivido cerca del bosque, en la cabaña que es ahora su casa, viéndose como mujeres con poderes inexplicables. Las Walker son brujas, con habilidades cuyo origen está ya perdido. Pero a lo largo de toda la lectura iremos viajando al pasado para encontrarnos con la historia personal de cada una de las Walker que, hasta el presente, han pasado por allí. Esto se encuentra en ciertos puntos del libro en los que parece que hay una pausa para coger aire antes de retomar la historia principal, metiéndonos en una especie de libro familiar que nos va narrando el nacimiento de estas Walker, su niñez, su crecimiento y sus poderes. Cada una de ellas tendrá algo diferente a mostrar y, personalmente, me ha parecido un detalle super guay que le ha dado al libro un toque de originalidad mucho más profundo. Además, me encantaba encontrarme, al finalizar con las biografías, anotaciones de recetas o hechizos para diferentes situaciones, tales como atraer cuervos, curar la pena, invocar un idioma o hacer té de bayas, entre otras, viendo como la ambientación se hace mucho más palpable con tan solo introducir este tipo de elementos.
Lo único que podría destacar como algo que sigue sin convencerme en los dos libros que he leído de Shea es el romance. Aunque el que aparece aquí, en
El bosque de las cosas perdidas, me parece algo más real y se entiende o comprende mejor por las situaciones que se viven, sigo notando que falta dar un paso más, desarrollar mejor los sentimientos y las relaciones entre los personajes, bebiendo aún de ese
instalove que no funciona demasiado bien.