¡Hola ciudadanes! ¿Cómo estáis llevando la semana? Espero que mucho más relajados que yo. Últimamente estoy que no paro de ir para arriba y para abajo, pero siempre intento encontrar algún hueco para leer. Es por eso que hoy os traigo una nueva reseña, la de Espejismo, primera parte de una bilogía que acaba de aterrizar en nuestro país. Se trata, además, del primer libro escrito por Somaiya Daud, una ciencia ficción con tintes de fantasía y distopía que, ya con su sinopsis y portada, entra por los ojos. Desgraciadamente. no ha sido para nada un libro para mí, a pesar de que tenía muchísimas ganas de leer desde hace mil. ¿Por qué ha pasado esto? ¡Os dejo mi completa opinión a continuación!
Título original: Mirage
Trilogía/Saga: Sí
Autor: Somaiya Daud
Editorial: Hidra
Páginas: 424
Precio: 17,50€
ISBN: 9788417615307
SINOPSIS:
En un mundo dominado por el brutal imperio Vathek vive una joven soñadora llamada Amani. Amani sueña con cómo era la vida antes de la ocupación, sueña con escribir poesía, sueña con vivir algún día una gran aventura y viajar a algún lugar lejano. Pero cuando llega su oportunidad de vivir una aventura, Amani ve con temor que no era como había soñado: es secuestrada por el régimen y llevada en secreto al palacio real donde descubre que es prácticamente idéntica a la princesa Maram. La princesa es tan odiada que necesita a una doble, a alguien que pueda acudir en su lugar a los actos públicos en los que alguien podría atentar contra su vida. Forzada a desempeñar este nuevo papel, Amani pronto es seducida por la belleza del palacio y la del prometido de la princesa, Idris. Pero el brillo de la corte real oculta un mundo de violencia y miedo. Si Amani quiere ver a su familia de nuevo, deberá imitar a la princesa a la perfección... porque un solo error podría ser mortal.
Hace tiempo, el pueblo de Amani y todos los demás que formaban parte de su planeta vivían en paz y prosperidad, intercambiando culturas, lenguajes, viviendo felices y sin grandes problemas. Pero, entonces, llegaron los Vathek. Y, con ellos, llegó la destrucción de sus costumbres, sus mitos y leyendas, su felicidad, su esperanza. Llegó la esclavitud. Para Amani, escribir poesía y recordar esos momentos en los que los Vathek no existían en sus vidas es lo único que impulsa a Amani a perseguir sus sueños. Y su familia, en especial su hermano mayor, son los que ayudar a Amani a sobrevivir un día más. A pesar de que está lejos regresar a esos tiempos, su gente sigue, de alguna manera, antiguos hábitos y el cumpleaños de Amani es una celebración sagrada con siglos de antiguedad. Allí no solo cumplirá dieciséis años, sino que finalmente dará el paso de niña a mujer, recibirá los dibujos que todas las mujeres de su pueblo lucen en su piel con orgullo. Pero el destino de Amani tiene reservado para ella algo más que eso. Inesperadamente, los soldados del imprio Vathek irrumpen la ceremonia y, por algún motivo, arrastran a Amani lejos de su familia para llevarla a palacio. Allí vive Maram, la princesa y futura heredera del trono, una tirana sin corazón y con la sangre fría que se ha ganado el odio de gran cantidad de gente. Pero eso no pone la piel de gallina a Amani. Lo hace cuando descubre que ella y Maram son exactamente iguales. Bajo una amenaza constante, Amani se convertirá en la doble de Maram, asistiendo a actos públicos, bailes, reuniones familiares, todo para que sea ella la que abra el camino de la princesa al trono... aunque en medio de él tenga que enfrentarse a algo que jamás imaginó.
Ay, Espejismo. Este es otro de esos libros que descubrí hace ya un tiempo cuando la autora compartió por redes sociales los primeros detalles de una historia que me atrapó nada más leer y conocer de qué iba. Una historia ambientada en una galaxia remota con un imperio bárbaro, imponente, tiránico, al mando. Una protagonista que, a causa de parecerse a la princesa, tiene que arriesgar su vida para evitar que la maten. Me alegré mucho cuando Hidra anunció que, entre sus apuestas, iba a estar este libro. ¡Al fin iba a poder leerlo! Y, cuando llegó a mis manos, no tardé en hacerlo. Por mala suerte, Espejismo no es la historia que esperaba. En absoluto. Y, no sé si por las expectativas o por haberme creado en mente una idea equivocada de lo que iba a ser, tengo que hablaros de una nueva decepción.
Usando la primera persona a modo de narración siempre desde la perspectiva de Amani, la verdad es que Espejismo tiene un prólogo potente que cautiva nada más leerlo, un acierto para arrancar una historia que, a medida que va a ir avanzando, se va a ir desinflando, por desgracia. Aunque eso es algo que contar para más adelante. Volviendo a este inicio, ya digo que tanto el prólogo como las siguientes páginas dejan un buen sabor de boca, un inicio algo precipitado y confuso a mi parecer, ya que suceden muchas cosas que no terminan de entenderse correctamente y que no se pueden ver ni sentir, procesar bien del todo, pero que consiguen dar un toque interesante y plagado de peligros desde el primer momento, una ambientación tensa que se nota desde la primera página, que da escalofríos y de la que sabes que no puedes esperar nada bueno a cambio. Además, regresamos al mismo tema de siempre cuando se trata del inicio de una bilogía, trilogía o saga. Estos primeros capítulos y primeras cien páginas son, sobre todo, una introducción a todo lo que la autora quiere mostrar y describir, una ambientación que, dejando de lado la alerta y la alarma que se va a asentar en nuestro cuerpo nada más dar el primer paso en ella, muestra sin problemas la ascendencia de la autora, un escenario con tintes árabes pero que, a su vez, crea un mundo nuevo que nos enseñará esas costumbres con las que vive diariamente Amani, unos compases que no serán más que conocer a la protagonista, su vida, sus sueños, su familia y, sobre todo, acercarnos a una historia de un pueblo destruido que será primordial de cara al resto de la lectura.
Una vez que dejamos todo esto atrás y tenemos en mente un esquema básico con el que es posible entender bien lo que está por venir, sin liarte, Somaiya Daud te arrastra hacia un espacio aterrador que será desde donde empezarán a salir todos los problemas y peligros en los que, junto a Amani, nos vamos a meter. Será aquí cuando verdaderamente comience la misión principal, un juego de sombras, de amenazas, de no cometer ningún fallo para introducirnos en el centro de todo un palacio lleno de intrigas y secretos, odios y personajes aterradores que van a complicar mucho las cosas. En sí, la trama desde la que parte el libro no está mal. Es entretenida, se puede leer. El problema es que todo el juego que podría haber dado una premisa y libro así se ve eclipsada por un ritmo muy lineal que no deja momentos interesantes o a destacar. Es cierto que, en un principio, existe un toque atrayente alrededor de todo este mundo de Maram, sobre todo, por conocer cómo es posible que Amani y ella se parezcan tanto. Pero la pronta aceptación del papel por parte de Amani y la repetición de escenas hace que el libro empiece a coger una insistencia en lo mismo que no le sienta nada bien, no pudiendo despegar la historia en ningún mundo y recurriendo a la monotonía una y otra vez. No hay giros que sorprendan, no hay nada emocionante a lo que agarrarse, todo sigue la misma línea. Todo es igual. Que si Amani tiene que levantarse, arreglarse y nos empapamos en muchas, demasiadas ocasiones, de descripciones de sus vestidos y su rutina. Que si Amani tiene que ir hacia aquí o hacia allá constantemente, viajes que sí logran mover algo más el ritmo de lectura al mostrar espacios nuevos que descubrir y explorar. Pero su poca interacción y su poca presencia en estos espacios, que se acaban de manera rápida y abrupta sin dejar la oportunidad de sacarle más provecho hace que, pronto, volvamos al punto de partida. Me ha dado pena ver cómo tiene buenos elementos pero no se explotan de manera adecuada. Me ha dado pena ver que la trama y la historia, a pesar de empezar de manera muy potente, acaba convirtiéndose en algo pobre, a falta de páginas, más desarrollo de algunos aspectos, más escenas primordiales. En esta ocasión sí que me hubiera gustado tener un primer libro más pausado y denso y, aunque sus capítulos cortos y rápidos hacen que el libro sea una lectura que no se estanca, llega un punto en el que te aburres de esperar a que suceda algo... y nunca llega. Es así como avanzamos hasta un final que, sinceramente, me ha hecho voltear los ojos en más de una ocasión de lo deficientemente estructurado que está, con cosas surrealistas que no he terminado de creer y con decisiones para nada acertadas que han provocado que la ausencia de muchos elementos y fallos en la narración se hagan más intensos, un final frío y para nada interesante o impactante que se acomoda a la indiferencia que me ha dejado el libro al final de su lectura, dejándome con la sensación de que es una historia más, que no llega a aportar nada nuevo y de que podría haber sido algo alucinante de haberse enfocado de otra manera.
Una vez que dejamos todo esto atrás y tenemos en mente un esquema básico con el que es posible entender bien lo que está por venir, sin liarte, Somaiya Daud te arrastra hacia un espacio aterrador que será desde donde empezarán a salir todos los problemas y peligros en los que, junto a Amani, nos vamos a meter. Será aquí cuando verdaderamente comience la misión principal, un juego de sombras, de amenazas, de no cometer ningún fallo para introducirnos en el centro de todo un palacio lleno de intrigas y secretos, odios y personajes aterradores que van a complicar mucho las cosas. En sí, la trama desde la que parte el libro no está mal. Es entretenida, se puede leer. El problema es que todo el juego que podría haber dado una premisa y libro así se ve eclipsada por un ritmo muy lineal que no deja momentos interesantes o a destacar. Es cierto que, en un principio, existe un toque atrayente alrededor de todo este mundo de Maram, sobre todo, por conocer cómo es posible que Amani y ella se parezcan tanto. Pero la pronta aceptación del papel por parte de Amani y la repetición de escenas hace que el libro empiece a coger una insistencia en lo mismo que no le sienta nada bien, no pudiendo despegar la historia en ningún mundo y recurriendo a la monotonía una y otra vez. No hay giros que sorprendan, no hay nada emocionante a lo que agarrarse, todo sigue la misma línea. Todo es igual. Que si Amani tiene que levantarse, arreglarse y nos empapamos en muchas, demasiadas ocasiones, de descripciones de sus vestidos y su rutina. Que si Amani tiene que ir hacia aquí o hacia allá constantemente, viajes que sí logran mover algo más el ritmo de lectura al mostrar espacios nuevos que descubrir y explorar. Pero su poca interacción y su poca presencia en estos espacios, que se acaban de manera rápida y abrupta sin dejar la oportunidad de sacarle más provecho hace que, pronto, volvamos al punto de partida. Me ha dado pena ver cómo tiene buenos elementos pero no se explotan de manera adecuada. Me ha dado pena ver que la trama y la historia, a pesar de empezar de manera muy potente, acaba convirtiéndose en algo pobre, a falta de páginas, más desarrollo de algunos aspectos, más escenas primordiales. En esta ocasión sí que me hubiera gustado tener un primer libro más pausado y denso y, aunque sus capítulos cortos y rápidos hacen que el libro sea una lectura que no se estanca, llega un punto en el que te aburres de esperar a que suceda algo... y nunca llega. Es así como avanzamos hasta un final que, sinceramente, me ha hecho voltear los ojos en más de una ocasión de lo deficientemente estructurado que está, con cosas surrealistas que no he terminado de creer y con decisiones para nada acertadas que han provocado que la ausencia de muchos elementos y fallos en la narración se hagan más intensos, un final frío y para nada interesante o impactante que se acomoda a la indiferencia que me ha dejado el libro al final de su lectura, dejándome con la sensación de que es una historia más, que no llega a aportar nada nuevo y de que podría haber sido algo alucinante de haberse enfocado de otra manera.
No ha sido únicamente este ritmo tan lineal, y todo lo que ha conllevado, lo que me ha dejado más chof, sino que el libro tiene en su interior otras cosas que tampoco me han terminado de convencer y que tienen relación con esa rapidez en la manera de narrar la historia que ya he comentado que no ha sentado bien. En primer lugar, está el romance. Regresamos a un instalove con todos los tópicos posibles que siempre arrastra este tipo de amor precipitado. Una relación donde los sentimientos no están para dar lugar a momentos bonitos, que den la sensación de ser un romance que arranca poco a poco, se va creando con los gestos, las interacciones entre esos dos personajes, sus conversaciones. La falta de escenas, de más páginas, hace que el romance sea de esos que, en dos días, provoca que los dos personajes estén ya enamorados, suspirando el uno por el otro e, incluso, confiando secretos de una manera que, sinceramente, me ha parecido surrealista. En esto también tiene culpa el propio personaje de Amani, una chica que me ha dejado tan indiferente como el libro. No me ha destacado por nada en especial, ha pasado sin pena ni gloria, sin ser nada interesante, sin aportar gran cosa. Me ha parecido bastante insulsa, ni siquiera tiene un carácter con el que puedes acordarte de ella. Es el típico personaje principal a quien le falta más desarrollo y que, en un futuro, seguramente ni recordarás. Me ha chirriado bastante su poca lucha, su conformismo. El aceptar lo que tiene que hacer sin resistirse, incluso dejando momentáneamente que su familia no existe, sin preocupación ni anhelo por delante, pareciendo que el palacio y ser la doble de Maram siempre ha sido su vida.
Y, hablando de Maram, ha sido otro personaje muy mal aprovechado. No tiene ningún tipo de evolución palpable, se queda en nada. Creía que iba a ser una gran villanda, de estas que ponen la piel de gallina, tirana hasta decir basta, fría, para nada empática, cruel por naturaleza. Y, luego, va desapareciendo del radar hasta hacer apariciones esporádicas que dejan a una Maram demasiado dócil. Cambio brusco y decepcionante. Su relación con Amani, al final, se hace también surrealista, confusa, difícil de creer. Ojalá hubiera sido una relación mucho más dramática, Amani luchando por un lado para quitarse las ataduras de Maram. Maram siendo la peor villana posible. Pero no, hasta parece después un cuento de hadas con final feliz.
Y, hablando de Maram, ha sido otro personaje muy mal aprovechado. No tiene ningún tipo de evolución palpable, se queda en nada. Creía que iba a ser una gran villanda, de estas que ponen la piel de gallina, tirana hasta decir basta, fría, para nada empática, cruel por naturaleza. Y, luego, va desapareciendo del radar hasta hacer apariciones esporádicas que dejan a una Maram demasiado dócil. Cambio brusco y decepcionante. Su relación con Amani, al final, se hace también surrealista, confusa, difícil de creer. Ojalá hubiera sido una relación mucho más dramática, Amani luchando por un lado para quitarse las ataduras de Maram. Maram siendo la peor villana posible. Pero no, hasta parece después un cuento de hadas con final feliz.
En definitiva, Espejismo no ha sido la primera parte y libro que esperaba ver. Con unos capítulos que dejan buenas sensaciones, todo ello se va desinflando a medida que nos vamos topando con una trama lineal y con poca cosa interesante, una protagonista que no consigue cuajar y un final que, de haberse planteado de otra manera, podría haberme dado la historia que necesitaba.
¡Muchas gracias a Hidra por el envío del ejemplar!
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