¡Y seguimos en este marte con un calor proveniente del mismísimo aliento de Hades! Madre mía, espero que el verano no se me haga eterno. En fin, después de la entrada de esta mañana ya toca regresar con la reseña que supuestamente tenía programada para ayer, pero vivir en el sur de España, que es lo mismo que decir infierno en verano, provoca que las ganas de ponerse delante de un ordenador que expulsa aire caliente no resulte atractivo. Así que, aprovechando que tengo el ventilador prácticamente pegado a la cara, aquí os dejo mi opinión de Destinos Divididos, conclusión de la bilogía Las Marcas de la Muerte de Vernoca Roth, una historia que me ha gustado mucho desde el principio y que me deja una conclusión con una pizca de sabor agrio dentro de todo el dulzón que llevaba hasta ahora. ¡Os dejo con más a continuación! Pero antes...
El Destino los hizo conocer. Y ahora los va a dividir. Uno no puede oponerse a su propio destino. Sería tonto, además de inútil, porque no puedes ir contra algo inevitable. Akos Kereseth y Cyra Noavek son muy conscientes de esto, y sin embargo, desde el momento en que su destino se ha hecho público, se encuentran balanceados entre la aceptación de su destino y el deseo de probar lo imposible y cambiarlo. Después de haber sido preso y de haber estado en situaciones inimaginables, después de que la familia Noavek cambiara para siempre su vida, matara a su padre, secuestrara a su hermano y le separase para siempre de su familia, Akos no pudo evitar enamorarse locamente de Cyra, a pesar de su destino de morir al servicio de la familia Noavek. Y cuando el padre de ésta, Lazmet, un tirano despiadado y desalmado que creía muerto, regresa a los focos reclamando el trono de Shotet después de la traición de Cyra y el secuestro de Ryzek, Akos está convencido de que su fin está cerca. En el momento en que Lazmet desencadena la temida guerra entre thuvhesitas y shotet, tanto Akos como Cyra saben que no tienen otra opción, deben tratar de detenerlo de todas las formas posibles. Aunque para Cyra esto podría significar quitarle la vida a su padre y que Akos pierda la suya. Los dos descubrirán cómo el destino que impulsa sus vidas puede sorprenderlos de maneras absolutamente inesperadas pero, ¿podrán dar el paso necesario para conseguir la tan deseada paz y el tan deseado mundo mejor?
Destinos Divididos es la esperada conclusión de Las Marcas de la Muerte, un libro en el que todo está a punto de explosionar, donde los destinos tendrán un papel protagonista y un punto final en el que nuestro protagonistas tendrán que darlo todo para poder salvarse a sí mismos y a su mundo. Contado a veces en primera persona y otras en tercera, en esta ocasión nos vamos a encontrar con cuatro narradores diferentes, Cyra, Akos, Cisi y Eijeh, que se irán intercalando a través de los capítulos y páginas, que se disponen en diferentes partes numeradas. Así, el libro empieza momentos después de los últimos acontecimientos del libro anterior, capítulos que te hacen recordar mediante datos lo que ha pasado anteriormente si, como yo, hace tiempo que habías leído el libro y te acordabas de pocas cosas, momentos que carecen de acción pero que ayudan mucho a meterte dentro de esta siguiente trama que supondrá el final de todo lo que se ha visto hasta ahora. Una vez pasan esos momentos más introductorios con los que la autora hace que recuerdes desde qué punto partimos, empieza aquello que seguirá ya hasta el final. Es aquí donde la lectura empieza a coger los primeros ritmos, enfocándose hacia el futuro con primeros problemas y misiones en las que nos veremos sumergidos, en los que también empezarán a aparecer los primeros giros y sorpresas que no esperabas y que te dejan con la boca abierta. Poco a poco la lectura va moviéndose más y más, la cosa se va complicando y pronto tendremos un libro lleno de peligros, lleno de carreras y pequeñas batallas que dan el entretenimiento suficiente como para estar atenta a lo que está pasando, momentos que no se hacen demasiado abrumadores o pesados, que viajan sin problemas, con comodidad y suavidad, enganchándote más a esa trama que empieza a mostrarse algo más bélica, más estratégica y más diplomática. Gracias a los continuos cambios de visión, no nos vamos a estancar en un solo punto, sino que siempre va a haber cosas que ver, más revelaciones empezarán a aparecer y las respuestas a esas preguntas que nos dejó el primer libro empezarán a resurgir para volver a dar esos giros en la trama que tanto gustan y asombran. La verdad es que la lectura es una que va cogiendo ritmo a medida que avanza, que empieza algo pausada pero que cada vez va más deprisa, un libro que se lee sin problemas hasta el final, uno que albergará todo lo que queda, la resolución a lo que hemos visto hasta ese momento, el paso final de cada uno de los planes y alianzas que se han puesto en marcha para tener unos capítulos finales plagados de tensión, muerte, sangre, miedo y tristeza por tener que decir adiós a esta historia.
Algo que me gustó mucho del primer libro fue la ambientación que creó la autora, algo que se comió buena parte del comienzo de Las Marcas de la Muerte pero que yo disfruté como una enana conociendo esas poblaciones, sus historias y creencias. Quizás para muchos y muchas fue algo que se extendió demasiado, no para mí, y en este libro se mantiene todo esto, esa originalidad. En el libro anterior habíamos caminado por dos zonas importantes, Thuvhe y Shotet, y en este libro somos capaces de conocer otros planetas desconocidos hasta ahora pero que, sin embargo, también han conseguido parecer reales, tener vida. Ogra, por ejemplo, es un planeta casi desconocido incluso para los protagonistas, y descubrir con ellos los secretos que guarda me ha gustado muchísimo. Su forma de actuar y de defenderse, su vegetación, su fauna, sus habitantes, su manera de vivir. Todo ha sido extraño, sí, pero también extraordinario. Veronica se encarga bastante bien de hacer muy real todo eso, de hacer como si de verdad existiera, de crear lugares sólidos que consiguen recrearse en tu mente sin problemas. Y eso ocurre con otro de los planetas que aparecen, de manera rápida y superficial, uno de los más ricos. A pesar de que la estancia allí es corta se huele su opulencia, esa creencia de sus habitantes de ser los mejores, de tener todo el poder, de pensar que todo el mundo bebe de su mano. Se ha notado a la perfección su egocentrismo, su egoísmo, lo estirados que son en realidad.
No obstante, este segundo libro no me ha dado todo lo que yo esperaba me iba a dar, o buscaba que me diese. La guerra es algo muy, pero que muy importante en este libro y la aparición de Lazmet parecía que iba a darla y mucha. Sin embargo, no ha sido así. Creo que el libro se ha basado más en los preparativos que en la acción en sí. De acuerdo, hay escenas en las que sí se pone en marcha esas ideas, pero son pocas. Y la guerra en sí no tiene demasiado peso. Creo que todo sucede de manera muy precipitada y suave, demasiado light. Las resoluciones, ese enfrentamiento épico que parecía que iba a haber entre los shotet y Lazmet con el resto de los planetas no ha ocurrido. Éste parece que va a ser un gran villano, difícil de vencer, y cae como si nada. Me hubiera gustado más dificultad, más acción, más muertes. Como digo, se me ha hecho todo demasiado fácil, una resolución que puede estar bien pero que no ha dado todo lo que podría haber dado. Otra de las cosas que no he entendido es la visión de Cisi y Eijeh, los hermanos de Akos, a la hora de narrar esta segunda parte. Salvo ara dar dinamismo y cambiar cada dos por tres de ubicación y quitar pesadez, no he entendido para nada sus intromisiones ya que no aportan casi nada a la historia. Han hecho bien poco, igual que aquellos que están a su alrededor, así que volvemos a lo que he comentado antes, esa falta de intensidad en casi todo cuando una guerra se avecina por el horizonte y lo que hay que hacer es darlo todo y batallar con uñas y garras para poder sobrevivir. Por último, no he entendido algunas decisiones que ha hecho Veronica con respecto a algunos de sus personajes principales. Los ha cambiado de repente, incluso ha hecho que me gusten menos por las cosas que hacen sin ningún tipo de sentido. Son cosas que parece no haber sido pensadas bien, una manera de dar un destino a esos personajes y de que hagan algo sin hacer demasiado, tampoco.
Autor: Veronica Roth
Editorial: Molino
Páginas: 446
Precio: 18€
ISBN: 9788427213401
SINOPSIS: Las vidas de Cyra y Akos se rigen por los destinos que vaticinaron los oráculos el día de su nacimiento. Una vez decididos, los destinos son inmutables. Akos está enamorado de Cyra, a pesar de los designios que aseguran que morirá sirviendo a la familia de la chica. Cuando el padre de Cyra, Lazmet Noavek, reclama el trono de los shotet, Akos cree que su final está más cerca que nunca. Mientras Lazmet desata una guerra brutal, Cyra y Akos están desesperados por detenerlos a cualquier precio. Para Cyra, eso significa quitarle la vida al hombre que quizá sea su padre. Para Akos, supone la muerte.
El Destino los hizo conocer. Y ahora los va a dividir. Uno no puede oponerse a su propio destino. Sería tonto, además de inútil, porque no puedes ir contra algo inevitable. Akos Kereseth y Cyra Noavek son muy conscientes de esto, y sin embargo, desde el momento en que su destino se ha hecho público, se encuentran balanceados entre la aceptación de su destino y el deseo de probar lo imposible y cambiarlo. Después de haber sido preso y de haber estado en situaciones inimaginables, después de que la familia Noavek cambiara para siempre su vida, matara a su padre, secuestrara a su hermano y le separase para siempre de su familia, Akos no pudo evitar enamorarse locamente de Cyra, a pesar de su destino de morir al servicio de la familia Noavek. Y cuando el padre de ésta, Lazmet, un tirano despiadado y desalmado que creía muerto, regresa a los focos reclamando el trono de Shotet después de la traición de Cyra y el secuestro de Ryzek, Akos está convencido de que su fin está cerca. En el momento en que Lazmet desencadena la temida guerra entre thuvhesitas y shotet, tanto Akos como Cyra saben que no tienen otra opción, deben tratar de detenerlo de todas las formas posibles. Aunque para Cyra esto podría significar quitarle la vida a su padre y que Akos pierda la suya. Los dos descubrirán cómo el destino que impulsa sus vidas puede sorprenderlos de maneras absolutamente inesperadas pero, ¿podrán dar el paso necesario para conseguir la tan deseada paz y el tan deseado mundo mejor?
Destinos Divididos es la esperada conclusión de Las Marcas de la Muerte, un libro en el que todo está a punto de explosionar, donde los destinos tendrán un papel protagonista y un punto final en el que nuestro protagonistas tendrán que darlo todo para poder salvarse a sí mismos y a su mundo. Contado a veces en primera persona y otras en tercera, en esta ocasión nos vamos a encontrar con cuatro narradores diferentes, Cyra, Akos, Cisi y Eijeh, que se irán intercalando a través de los capítulos y páginas, que se disponen en diferentes partes numeradas. Así, el libro empieza momentos después de los últimos acontecimientos del libro anterior, capítulos que te hacen recordar mediante datos lo que ha pasado anteriormente si, como yo, hace tiempo que habías leído el libro y te acordabas de pocas cosas, momentos que carecen de acción pero que ayudan mucho a meterte dentro de esta siguiente trama que supondrá el final de todo lo que se ha visto hasta ahora. Una vez pasan esos momentos más introductorios con los que la autora hace que recuerdes desde qué punto partimos, empieza aquello que seguirá ya hasta el final. Es aquí donde la lectura empieza a coger los primeros ritmos, enfocándose hacia el futuro con primeros problemas y misiones en las que nos veremos sumergidos, en los que también empezarán a aparecer los primeros giros y sorpresas que no esperabas y que te dejan con la boca abierta. Poco a poco la lectura va moviéndose más y más, la cosa se va complicando y pronto tendremos un libro lleno de peligros, lleno de carreras y pequeñas batallas que dan el entretenimiento suficiente como para estar atenta a lo que está pasando, momentos que no se hacen demasiado abrumadores o pesados, que viajan sin problemas, con comodidad y suavidad, enganchándote más a esa trama que empieza a mostrarse algo más bélica, más estratégica y más diplomática. Gracias a los continuos cambios de visión, no nos vamos a estancar en un solo punto, sino que siempre va a haber cosas que ver, más revelaciones empezarán a aparecer y las respuestas a esas preguntas que nos dejó el primer libro empezarán a resurgir para volver a dar esos giros en la trama que tanto gustan y asombran. La verdad es que la lectura es una que va cogiendo ritmo a medida que avanza, que empieza algo pausada pero que cada vez va más deprisa, un libro que se lee sin problemas hasta el final, uno que albergará todo lo que queda, la resolución a lo que hemos visto hasta ese momento, el paso final de cada uno de los planes y alianzas que se han puesto en marcha para tener unos capítulos finales plagados de tensión, muerte, sangre, miedo y tristeza por tener que decir adiós a esta historia.
Algo que me gustó mucho del primer libro fue la ambientación que creó la autora, algo que se comió buena parte del comienzo de Las Marcas de la Muerte pero que yo disfruté como una enana conociendo esas poblaciones, sus historias y creencias. Quizás para muchos y muchas fue algo que se extendió demasiado, no para mí, y en este libro se mantiene todo esto, esa originalidad. En el libro anterior habíamos caminado por dos zonas importantes, Thuvhe y Shotet, y en este libro somos capaces de conocer otros planetas desconocidos hasta ahora pero que, sin embargo, también han conseguido parecer reales, tener vida. Ogra, por ejemplo, es un planeta casi desconocido incluso para los protagonistas, y descubrir con ellos los secretos que guarda me ha gustado muchísimo. Su forma de actuar y de defenderse, su vegetación, su fauna, sus habitantes, su manera de vivir. Todo ha sido extraño, sí, pero también extraordinario. Veronica se encarga bastante bien de hacer muy real todo eso, de hacer como si de verdad existiera, de crear lugares sólidos que consiguen recrearse en tu mente sin problemas. Y eso ocurre con otro de los planetas que aparecen, de manera rápida y superficial, uno de los más ricos. A pesar de que la estancia allí es corta se huele su opulencia, esa creencia de sus habitantes de ser los mejores, de tener todo el poder, de pensar que todo el mundo bebe de su mano. Se ha notado a la perfección su egocentrismo, su egoísmo, lo estirados que son en realidad.
No obstante, este segundo libro no me ha dado todo lo que yo esperaba me iba a dar, o buscaba que me diese. La guerra es algo muy, pero que muy importante en este libro y la aparición de Lazmet parecía que iba a darla y mucha. Sin embargo, no ha sido así. Creo que el libro se ha basado más en los preparativos que en la acción en sí. De acuerdo, hay escenas en las que sí se pone en marcha esas ideas, pero son pocas. Y la guerra en sí no tiene demasiado peso. Creo que todo sucede de manera muy precipitada y suave, demasiado light. Las resoluciones, ese enfrentamiento épico que parecía que iba a haber entre los shotet y Lazmet con el resto de los planetas no ha ocurrido. Éste parece que va a ser un gran villano, difícil de vencer, y cae como si nada. Me hubiera gustado más dificultad, más acción, más muertes. Como digo, se me ha hecho todo demasiado fácil, una resolución que puede estar bien pero que no ha dado todo lo que podría haber dado. Otra de las cosas que no he entendido es la visión de Cisi y Eijeh, los hermanos de Akos, a la hora de narrar esta segunda parte. Salvo ara dar dinamismo y cambiar cada dos por tres de ubicación y quitar pesadez, no he entendido para nada sus intromisiones ya que no aportan casi nada a la historia. Han hecho bien poco, igual que aquellos que están a su alrededor, así que volvemos a lo que he comentado antes, esa falta de intensidad en casi todo cuando una guerra se avecina por el horizonte y lo que hay que hacer es darlo todo y batallar con uñas y garras para poder sobrevivir. Por último, no he entendido algunas decisiones que ha hecho Veronica con respecto a algunos de sus personajes principales. Los ha cambiado de repente, incluso ha hecho que me gusten menos por las cosas que hacen sin ningún tipo de sentido. Son cosas que parece no haber sido pensadas bien, una manera de dar un destino a esos personajes y de que hagan algo sin hacer demasiado, tampoco.
En resumen, Destinos Divididos ha sido una conclusión que me ha gustado pero que, sin embargo, peca de no ser más intenso. Con una trama como la que se avecinaba podría haber sido un último libro para recordarlo mucho tiempo después de terminarlo, pero no ha sido así. A pesar de esto, es un libro que he disfrutado y me ha entretenido, el final agridulce de una historia que, estoy segura, volveré a leer más de una vez.
¡Muchas gracias a Molino por el envío del ejemplar!
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