¡Hola ciudadanos/as! ¿Cómo estáis? Espero que hayáis pasado un estupendo Halloween y que estéis disfrutando de este puente de todos los santos. Como yo no me pienso mover de mi casa, vuelvo a encontrarme en la situación de adelantar lecturas, así que hoy vengo con la reseña del final de una trilogía que ha conquistado los corazones de muchos lectores y muchas lectoras en España: El incienso de los espíritus. La conclusión de la trilogía de Helena Lennox, al fin he podido hincarle el diente a un libro del que no he hecho más que leer buenísimas opiniones por todos lados desde que se publicó, así que quiero sumar mi opinión a toda esa horda de reseñas que nos han sido catapultadas por todos lados. ¿Queréis saber qué me ha parecido a mí este final? ¡Pues tenéis mi opinión aquí debajo! Pero antes...
AVISO: Si sigues leyendo encontrarás spoilers de los libros anteriores
Título original: -
Trilogía/Saga: Sí
Autor/a: Victoria Álvarez
Traductor/a: -Editorial: Nocturna
Páginas: 656
Precio: 18,50€
ISBN: 9788417834357
SINOPSIS:
Cuando la primavera de 1924 llega a Nueva York, Helena Lennox y los suyos siguen intentando rehacer sus vidas tras lo acontecido en Nápoles... hasta que un encargo del Museo Británico les ofrece la posibilidad de cerrar heridas. En su mansión de Tokio, los Matsudaira los esperan para trasladar al museo parte de su colección artística. Lo que Helena aún no sabe es que la familia cuenta con unos poderosos enemigos: alguien los quiere muertos a toda costa y los Lennox se hallan peligrosamente cerca de su objetivo. Muy pronto descubrirán que la frontera que los separa del mundo de los muertos es más difusa de lo que creían, y el legendario incienso de los espíritus, capaz de traer a nuestra dimensión a quienes ya han partido, se convertirá en una obsesión tan tentadora como peligrosa. Al fin y al cabo, puede que no todos estén preparados para afrontar las despedidas.
Italia queda atrás y, con ello, todo lo vivido allí. Incluido el abandono de Nora. Ahora, Helena está decidida a seguir hacia adelante sin la figura de su madre a su lado, aunque Lionel esté emperrado en olvidar a su mujer entre copa y copa y acabe llegando a casa oliendo a alcohol. Con Arshad dentro de la familia, Helena sabe que despejar la mente de su padre es lo mejor que puede hacer para que vuelva a ser el mismo y, quizás, ese asunto que tiene el Museo Británico con Japón pueda facilitarle el distanciamiento que necesitan. Sin embargo, Japón es un país muy diferente al suyo y a la propia India y, pronto, Helena se dará cuenta de ello. Dispuesta a hacerse con la colección de kimonos que formarán parte, durante un tiempo, del catálogo del Museo Británico, lo que Helena no sabe es que está a punto de meterse en una rivalidad milenaria entre antiguas familias de samuráis que, pronto, harán que ella y su familia reciba amenazas. Algo que tampoco está dispuesta a que la asuste. Decidida a seguir hacia adelante y descubrir qué está pasando en realidad entre las dos familias que, casualmente, tienen en su poder los negocios más famosos de incienso en Japón, todo cambia cuando la muerte hace de aquello su escenario a actuar. Dicen que hay un incienso capaz de llamar a los espíritus, pero del que se habla es de aquel que recorre los pasillos de un teatro, causando el miedo entre aquellos que trabajan allí. Y, mientras Helena se dispone a revelar el causante de todo eso, la llegada de alguien inesperado y un cambio en la vida de ella y de Arshad hará que todo se tambaleé a su alrededor. Encontrar la verdad es importante, sí, pero quizás mantener a la familia unida y a su corazón de una pieza va a ser lo que ponga realmente a Helena en un aprieto.
Han pasado dos años desde que descubrí y leí La ciudad de las sombras, la primera parte de una trilogía que me hizo conocer a una magnífica autora y que me encantó. Con esa mezcla exótica entre la India y le mundo de la arqueología, con misterios a resolver y una protagonista alucinante, fue toda una grata sorpresa. El año pasado llegaba El príncipe de los prodigios, su continuación. Un libro que, si bien seguía profundizando en el misterio desde otra perspectiva y desde otra parte del mundo, la falta de ese toque aventurero y arqueológico que me enamoró en el primer libro hizo que no disfrutara lo que yo esperaba de esa nueva historia. Ahora, por fin he tenido en mis manos El incienso de los espíritus, la esperadísima conclusión que, en esta ocasión, nos trasladaba a un Japón diferente, con sus costumbres y su mitología, con nuevos secretos a descubrir. Un libro que, sin duda, ha dado el punto y final perfecto que la historia de Helena Lennox necesitaba.
Sin dejar atrás, por última vez, una narración en primera persona a través de los ojos y la piel de Helena Lennox, este libro pintaba ser toda una acumulación de sentimientos nostálgicos, tristes y melancólicos del que ya me habían avisado, tendría que tener al lado una caja de pañuelos. Tengo que adelantar que mucha gente ha llorado a lo largo del libro, aunque ese no ha sido mi caso. Aún así, os doy el mismo consejo: tened pañuelos cerca cuando estéis leyendo este libro. Al ser tercera parte es normal que una pensara en las conclusiones de muchas historias que aún quedaban abiertas, en la despedida. Pero creo que Victoria Álvarez no quería comenzar o dejar ese sentimiento de "aquí termina todo" al comenzar a leer. Si bien es un libro con el que termina una historia, se toma su tiempo hasta llegar al final. Como viene siendo algo característico de estos libros, las primeras páginas son un asentamiento en el presente, volviendo a tener a una Helena mayor, con su vida ya hecha, dispuesta a hacernos retroceder hasta el pasado para ir recogiendo, en los primeros compases de la novela, todas las consecuencias que han sido arrastradas en esos momentos de lo ocurrido en los últimos acontecimientos del segundo libro, El príncipe de los prodigios. Con apenas unos meses de separación, estos capítulos van a ser una visión de cómo es la vida de Helena y Lionel tras el abandono de su madre, cómo lo llevan y cómo intentan seguir con sus vidas, cueste lo que cueste. Unos capítulos tranquilos en los que solo acompañaremos a Helena, junto a Arshad, a través de un Nueva York que resplandece por todas partes justo hasta el momento en el que una nueva misión les espera. Creo que, a estas alturas, ya sabemos que el apellido Lennox va siempre acompañado de problemas, así que no tardan en llegar. Debo decir que me ha sido imposible comparar este libro con el anterior, sobre todo después de quedarme con el final de El príncipe de los prodigios algo insatisfecha. No obstante, se ha notado mucho que este libro es más dinámico, con la información a dar más dosificada y abultada, con más chicha a la que ir agarrándose, algo que he agradecido desde el primer momento. Ese toque exótico con el que nos presentó Victoria la historia de Helena regresa en Japón, un país de por sí mágico que, gracias al estilo y a la pluma de la autora, cobra vida propia, siendo otro personaje más que iremos desmenuzando y descubriendo poco a poco de la mejor manera posible.
A pesar de sus casi setecientas páginas, El incienso de los espíritus se leer de manera muy ágil y amena, y eso es gracias a que siempre va a estar pasando algo. Nada más poner un pie en Japón, ya notas esa aura tensa, eso de tener que estar mirando cada dos por tres por encima de tu hombro, esa sensación de que estás siendo vigilada y de que, pronto, empezarán a ponerse las cosas muy mal. Esta tercera parte ha sido muy generosa con los giros argumentales, las sorpresas, las escenas inesperadas plagadas de nuevos peligros, de acción, de peleas y de mucha filosofía japonesa. Os lo voy a decir ya: he estado muy enganchada a las páginas de este libro. Y eso ha sido así porque todo está mucho más equilibrado. Obviamente, el libro no va a ser todo una carrera tras otra carrera, habrá momentos para las pausas, para terminar de desarrollar esas historias personales y sus relaciones que, desde el primer libro, se vienen creando. Sin embargo, todo está medido a la perfección. Sin llegar a resultar más denso de lo que se pretende, o de llevarse demasiado protagonismo, se ha notado que estas partes, donde los personajes predominaban por encima de lo demás, se ha llevado de una manera muy buena con lo que nunca te acabas despegando de la lectura. Y, cuando no se trataban de los personajes, pronto volvíamos a ese misterio que lo envolvía todo. Porque, una vez más, empiezan a pasar cosas que en un principio no tienen ninguna explicación que harán pasar a nuestro personajes por un sin fin de situaciones, intentando descubrir quién se esconde detrás de cada amenaza, cada asesinato, no son meterse aún más, si es que eso es posible, en nuevos peligros. Entre historias de fantasmas, entre historias de los diferentes clanes de samuráis que había y entre una rivalidad actual entre dos dinastías, la lectura es de esas en las que tiene claro qué va a meter ahora para darle la vuelta a todo y mandarte hasta otro camino. Unos capítulos que nos irán metiendo cada vez más en la oscuridad, en nuevas revelaciones que nos pillarán por sorpresa, en apariciones inesperadas que te dejan con la boca abierta, hasta llegar a unos momentos finales de infarto que, de nuevo, prometen derrapes emocionales que ni siquiera tú estás preparada a sufrir. Cambios que harán que te preocupes, que te tenses hasta el máximo, que supliques y que reces. ¿Tenéis aún en mente eso de la caja de pañuelos? Bueno, pues el epílogo es lo que más me ha hecho sacar a la luz las lágrimas. Un nudo en la garganta impresionante, no sé qué me ocurre cuando encuentro epílogos narrados de esa manera, pero aplaudo que haya sido Victoria la que, después de tantos años, me haya dado de nuevo un sentimiento como ese,
Todavía a estas alturas sigo diciendo que el "fallo" que le estoy encontrando a estos dos últimos libros es que el término de la arqueología con el que se presentaba La ciudad de las sombras se ha ido difuminando mucho. Quizás es algo personal y a gusto de cada uno y una, porque sé que Victoria nunca ha tenido como misión hacer una trilogía donde el buscar tesoros o desenterrar cosas antiguas y de gran valor histórico sea lo primordial. Pero sí, después de La ciudad de las sombras, creía que esto iba a ser como Indiana Jones. Craso error, lo reconozco. Pero no sé, esperaba ver una trilogía en el que cada volumen se centrara en algo a recuperar a través de lo cual emerge todo lo demás. Vale, sí, a ver. Es cierto que en cada uno de esos libros se viaja de un lado para otro para intentar dar con algo pero, sin embargo, no lo he notado igual. Quiero decir, el segundo libro fue, bajo mi punto de vista, más de transición que otra cosa, donde la historia de los padres de Helena era más importante que otra cosa. Y aquí ha pasado al revés, la historia de Helena y Arshad ha tenido mucha más cabida, pero el término en sí de lo arqueológico llega hasta el primer libro y ya. No quiere decir que no lo haya disfrutado, porque sería mentir. He disfrutado de esta trilogía bastante, solo que siempre echaré en falta, en estos dos últimos libros, ese toque.
Lo que tengo que destacar, una vez más y espero no cansarme jamás, es la magnífica ambientación que Victoria nos ha vuelto a dar. Si bien es cierto que el algunos aspectos esperaba más, sobre todo en lo que respecta el tema de los mitos y leyendas japoneses, todo eso de los espíritus, fantasmas, demonios y demás que tan rico es dentro del país del sol naciente, me ha gustado descubrir una época muy diferente y desconocida. Victoria siempre enseña a través de sus libros, haciendo una magnífica labor de documentación, consiguiendo evocar sin problemas el escenario sobre el que quiere desarrollar su historia. Y es que, una vez más, hay que aplaudirle. Por último, otra cosa a destacar de esta conclusión son los personajes de Helena y Arshad. Mucho más elaborados, más presentas y más sentidos, especialmente Arshad, Ha sido en este libro cuando me he enamorado de él. En los demás libros lo notaba muy distante y no me llegaba a transmitir casi nada, pero aquí creo que Victoria ha querido mostrar todo lo que quedaba de él, y me quedo con eso. Tanto Helena como Arshad han sido los auténticos protagonistas, su relación, y me ha encantado descubrir que finalmente, me han convencido como pareja, La manera que tienen de cuidarse, de respetarse y protegerse, me ha parecido preciosa, especial, única. Y ha sido, en parte, lo que ha hecho que ese epílogo tenga tanta emoción concentrada.
En resumen, El incienso de los espíritus es el adiós que todo lector y toda lectora de esta trilogía merecía. Un nuevo mundo a descubrir, y un nuevo misterio a resolver, los continuos giros argumentales, las sorpresas inesperadas y el desarrollo de Helena y Arshad han conseguido hacer de esta conclusión una muy potente, bien estructurada y ser un final plagado de emociones que van a sacar más de una lagrimilla.
¡Muchas gracias a Nocturna por el envío del ejemplar!
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