¡Hola ciudadanes! ¿Cómo estáis llevando la Semana Santa? ¡Espero que genial! Como os comenté en la anterior reseña, en esta semana ibais a ver más reseñas de las normales así que, por segundo día consecutivo, vengo con una nueva opinión. La de hoy es sobre otro libro que estuve leyendo la semana pasada y que terminé hace poco, el inicio de una nueva trilogía midlle grade de fantasía y mucha aventura: El hijo del trueno de J.C. Cervantes. Proveniente del sello editorial de Rick Riordan, si os gustan los libros protagonizados por Percy Jackson, éste vais a tenerlo muy en cuenta. Solo os diré una cosa: mitología maya. ¡Vamos a ello!
Título original: The Storm Runner
Trilogía/Saga: Sí
Autor: J.C. Cervantes
Editorial: Molino
Páginas: 464
Precio: 16€27217171
ISBN: 97884
Zane Obispo tiene 13 años, una molesta cojera y una mejor amiga perruna medio dálmata, medio bóxer. Y, cuando el volcán junto al que vive despierta y libera una misteriosa fuerza oculta, empieza también a tener un gran problema. Ayudado por Brooks, una chica literalmente mágica, se adentrará en un mundo mítico, poblado por demonios, gigantes y diosas del chocolate. Zane descubrirá que el destino de dioses y humanos depende de él.
Zane siempre ha disfrutado explorando el volcán inactivo cerca de su casa en Nuevo México, a pesar de que caminar cerca de él es un desafío. Zane prefiere pasar antes el rato allí con su perrita, Rosie, que ir a clase y al instituto, un lugar que nunca lo ha recibido con los brazos abiertos y donde los niños lo llaman de cualquier manera original solo porque nació con una malformación en la pierna que hace que, siempre, tenga que estar andando acompañado con su bastón Lo que Zane no sabe es que el volcán es una puerta de entrada a otro mundo y que él está en el centro de una poderosa profecía. Por su parte, Brooks, una chica nueva en el instituto, le informa de que está destinado a liberar a un dios maligno de la antigua reliquia maya en la que está encarcelado desde hace milenios, a menos que ella pueda encontrarlo y eliminarlo primero. Y, aunque Zane piense que se le ha ido la olla, juntos regresan al volcán, donde ocurre justamente la locura que creía estaba en la cabeza de la chica: Brooks se convierte de repente en un halcón, un demonio peludo los ataca en una cueva, y Rosie lo da todo mientras trata de proteger a Zane. Así que, cuando Zane decide salvar a su perra sin importar el coste, se ve envuelto en una aventura llena de descubrimientos sorprendentes, secretos peligrosos y una guerra total entre los dioses mayas....entre los que se encuentra su padre. Para sobrevivir, Zane tendrá que convertirse en el llamado corredor de la tormenta. Pero, ¿cómo puede correr cuando ni siquiera puede caminar bien sin un bastón? Héroes luchadores, dioses difíciles de tratar, demonios asesinos y gigantes espirituales son solo algunos de los obstáculos que esperarán a Zane antes de que se desate la temida guerra, aquella que podría destruir el mundo que conoce para siempre. Y, como no podría ser de otra manera, tan solo Zane tiene en su poder la manera de evitar que eso ocurra.
Narrado en todo momento en primera persona a través de los ojos de Zane, el protagonista de esta historia, si habéis leído, y vuelto a leer una y otra vez, esos libros escritos por Rick Riordan y protagonizados por Percy Jackson, Magnus Chase o los hermanos Kane, enseguida vais a saber de qué manera se mueve El hijo del trueno porque, prácticamente, sigue el mismo estilo y esquema, bebiendo mucho de cada una de esas historias. Es por eso que el libro va a seguir, más o menos, un comienzo similar, el día a día de nuestro protagonista sin saber aún que procede de un mundo escondido a ojos humanos y que se desarrolla, hasta donde siempre ha sabido, en los libros que ha leído desde pequeño. Sin embargo, su monotonía pronto se verá trastocada cuando empiece a descubrir la verdad que hay escondida en su sangre, que lo adentrará de lleno en esa aventura plagada de acción que se va a poner en marcha desde ese momento. De manera rápida, todo ese mundo de mitología maya cobra vida delante de nuestros ojos para empezar a dejar esos primeros obstáculos que, junto a estos personajes, vamos a tener que lidiar, escenas peliagudas y plagadas de peligros, unas primeras batallas y luchas que darán a la lectura ese toque de emoción que ya gritaba el libro nada más verlo, una sucesión de escenas similares que van a ir una detrás de la otra, sin apenas tener momento de descanso, consiguiendo con ello que El hijo del trueno sea de esos libros que saben engancharte y, lo que es más importante, sabe cómo no despegarse de ti. Entretenido, con una manera de narrar muy ágil y directa, y con una originalidad desbordante, J.C. Cervantes consigue que todo ese mundo maya sea un pilar fundamental dentro de un juego que nos va a dejar momentos de todo tipo, desde aquellos que nos van a sacar más de una sonrisa hasta aquellos más tensos o tristes, guiándonos de manera llamativa y vistosa por los diferentes dioses, criaturas mitológicas, sus hijos, todos los mitos sobre héroes y toda la historia antigua que hay alrededor de cada uno de ellos, viendo una interacción muy bien planteada y llevada. Prácticamente, la lectura es así, sin variar demasiado, alternando momentos algo más lentos para que los personajes tengan su espacio para su desarrollo personal pero que, sin embargo, no se extienden demasiado, sino que el libro va entrelazando esas dos vertientes hasta el final del libro, donde se asentará la conclusión de todo el viaje que hemos realizado hasta ahora entre giros argumentales y desvelaciones de pequeñas sorpresas y de algunas verdades, guardándose un número reducido de incógnitas de cara al segundo libro, una lucha final que nos dejarán un buen set de sucesos vertiginosos que nos pillarán de sorpresa y que nos dejarán, sin remediarlo, con muchísimas ganas de seguir la aventura.
Creo que sabéis de sobra el elemento que voy a destacar como lo que más me ha gustado del libro, ¿verdad? En efecto, es la mitología maya. Con Rick Riordan he podido descubrir, de una manera divertida, diferente y muy efectiva varios tipos de mitología que sí conocía aunque no tan detalladamente y de manera tan profunda. Y, en esta ocasión, me he adentrado en una mitología de la que solo conocía los templos mayas que han quedado para el recuerdo de nuestra historia. Con estos libros se aprende, mucho, sobre culturas y costumbres diferentes, sus creencias. Y adoro todo eso. Creo que el estilo que también ha adoptado J.C. Cervantes para narrar, escribir y difundir esta historia ha sido el acertado, el que mejor le viene a este tipo de libros, porque te envuelve en una historia con la que aprendes por todos lados a la vez que te entretienes y diviertes. Es fácil quedarse con los nombres, Es fácil ver abrirse un mundo mitológico que siempre ha estado ahí pero que, salvo que vayas a libros especializados en esos temas, no conoces de manera tan cercana como, en mi caso, he podido conocer la mitología griega o latina. He adorado poder descubrir de esta manera a todo ese menú de dioses que tiene la mitología maya, a qué se corresponde cada nombre, sus poderes e historias personales. Me ha encantado descubrir cada detalle y elemento que los acompañan, la otra parte de la mitología, esas criaturas que agrandan todo esto. Los demonios, los gigantes o trolls, las criaturas marinas, los seres mágicos que habitan en los diferentes mundos que se nos van a exponer y que son parte de toda la creencia que tienen. Es una cultura muy rica, que ha sabido posicionarse y que ha sabido estar a la altura.
Solo ha habido dos cosas que las catalogaría como pequeños fallos de la historia. La primera de ellas es que he sentido, sobre todo al principio, que todo pasaba con demasiada rapidez. Estoy acostumbrada a tener unos primeros capítulos en esta clase de libros más pausados, con más información, más hechos a la presentación de la vida actual del personaje principal, su día a día más desarrollado. En El hijo del trueno tenemos unas primeras páginas que sí están diseñadas y escritas justamente para eso, pero es como que nos metemos en todo este mundo de la mitología y que Zane, el protagonista, se topa con todo esto de sopetón. Me hubiera gustado tener algo más estable, sólido y resistente a lo que agarrarme antes de meter el pie dentro de la mitología maya. Que el descubrimiento fuera poco a poco, con dificultad por parte de los personajes, no tener el camino tan abierto. Eso es algo que he notado por todo el libro, como que las explicaciones no están completas, siempre habiendo un vacío que podría haberse rellenado con tan solo tener un inicio más lento. Eso también ha provocado que, si bien Zane es un personaje que va a ir evolucionando a lo largo del libro y los que están por venir, el caso de Brooks, la otra protagonista, es diferente. Mientras que el primero es un personaje que va mostrando su manera de ser, su carácter y su personalidad, consiguiendo una chispa de humor cuando es necesario, sabiendo cómo empatizar y usado su parte altruista, la primera siempre ha ido con una neblina que no la ha mostrado del todo. No me ha llegado a decir mucho, en todo momento la veo lejana, sospechando de ella, con muchas incógnitas a su alrededor que, si bien algunas de ellas logran resolverse, siguen quedando algunas que impiden que el personaje se conozca bien. Lo mismo me ha pasado con otros personajes secundarios, como es el tío de Zane, teniendo también momentos muy puntuales buenos pero siendo un personaje que se deja arrastrar por esa precipitación para difuminarse.
Creo que sabéis de sobra el elemento que voy a destacar como lo que más me ha gustado del libro, ¿verdad? En efecto, es la mitología maya. Con Rick Riordan he podido descubrir, de una manera divertida, diferente y muy efectiva varios tipos de mitología que sí conocía aunque no tan detalladamente y de manera tan profunda. Y, en esta ocasión, me he adentrado en una mitología de la que solo conocía los templos mayas que han quedado para el recuerdo de nuestra historia. Con estos libros se aprende, mucho, sobre culturas y costumbres diferentes, sus creencias. Y adoro todo eso. Creo que el estilo que también ha adoptado J.C. Cervantes para narrar, escribir y difundir esta historia ha sido el acertado, el que mejor le viene a este tipo de libros, porque te envuelve en una historia con la que aprendes por todos lados a la vez que te entretienes y diviertes. Es fácil quedarse con los nombres, Es fácil ver abrirse un mundo mitológico que siempre ha estado ahí pero que, salvo que vayas a libros especializados en esos temas, no conoces de manera tan cercana como, en mi caso, he podido conocer la mitología griega o latina. He adorado poder descubrir de esta manera a todo ese menú de dioses que tiene la mitología maya, a qué se corresponde cada nombre, sus poderes e historias personales. Me ha encantado descubrir cada detalle y elemento que los acompañan, la otra parte de la mitología, esas criaturas que agrandan todo esto. Los demonios, los gigantes o trolls, las criaturas marinas, los seres mágicos que habitan en los diferentes mundos que se nos van a exponer y que son parte de toda la creencia que tienen. Es una cultura muy rica, que ha sabido posicionarse y que ha sabido estar a la altura.
Solo ha habido dos cosas que las catalogaría como pequeños fallos de la historia. La primera de ellas es que he sentido, sobre todo al principio, que todo pasaba con demasiada rapidez. Estoy acostumbrada a tener unos primeros capítulos en esta clase de libros más pausados, con más información, más hechos a la presentación de la vida actual del personaje principal, su día a día más desarrollado. En El hijo del trueno tenemos unas primeras páginas que sí están diseñadas y escritas justamente para eso, pero es como que nos metemos en todo este mundo de la mitología y que Zane, el protagonista, se topa con todo esto de sopetón. Me hubiera gustado tener algo más estable, sólido y resistente a lo que agarrarme antes de meter el pie dentro de la mitología maya. Que el descubrimiento fuera poco a poco, con dificultad por parte de los personajes, no tener el camino tan abierto. Eso es algo que he notado por todo el libro, como que las explicaciones no están completas, siempre habiendo un vacío que podría haberse rellenado con tan solo tener un inicio más lento. Eso también ha provocado que, si bien Zane es un personaje que va a ir evolucionando a lo largo del libro y los que están por venir, el caso de Brooks, la otra protagonista, es diferente. Mientras que el primero es un personaje que va mostrando su manera de ser, su carácter y su personalidad, consiguiendo una chispa de humor cuando es necesario, sabiendo cómo empatizar y usado su parte altruista, la primera siempre ha ido con una neblina que no la ha mostrado del todo. No me ha llegado a decir mucho, en todo momento la veo lejana, sospechando de ella, con muchas incógnitas a su alrededor que, si bien algunas de ellas logran resolverse, siguen quedando algunas que impiden que el personaje se conozca bien. Lo mismo me ha pasado con otros personajes secundarios, como es el tío de Zane, teniendo también momentos muy puntuales buenos pero siendo un personaje que se deja arrastrar por esa precipitación para difuminarse.
En resumen, El hijo del trueno es el inicio de una nueva trilogía que, si te gusta la mitología en general, vas a disfrutarlo mucho. Una cultura nueva consigue despertar de manera original a través de una trama entretenida, interesante y plagada de acción que consigue engancharte sin problemas desde el primer momento, un primer libro que, a pesar de algunos pequeños fallos que no logran resolverse del todo, su final te deja con un buen sabor de boca y con ganas de seguir esta épica aventura.
¡Muchas gracias a Molino por el envío del ejemplar!
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