domingo, 18 de junio de 2017

Mi experiencia trabajando en una librería

¡Hola ciudadanos! Que ganas de que sean ya las vacaciones... ¡tan solo tres días y ya estaremos en ellas! Para mí significa decir adiós a mis estudios y adentrarme, si tengo suerte, en el mundo laboral de lo que realmente me gusta hacer. Ha sido un año lleno de experiencias y, una de ellas, la he vivido gracias a mis prácticas. Durante tres meses he estado dentro de una librería de mi ciudad y, como bloguera, lectora y amante de los libros, uno de mis sueños es poder montar mi propia tienda pequeñita de libros, y he podido ver que tenerla y que se mantenga no es nada fácil. Por ello, y porque me dijisteis que os gustaría, hoy quiero contaros mi experiencia trabajando en una librería y lo que he visto/pienso de ello. ¡Vamos allá!


Trabajar en una librería puede ser algo fantástico. Estar rodeada de libros, olerlos, tocarlos, recibir un montón nuevos... Y con recibir un buen montón quiero decir recibir un buen montón, literalmente. Algo que me ha llegado a chocar y mucho en este tiempo, es la cantidad de editoriales o sellos que existen y desconocía, que tratan diferentes temas y que publican, cada semana, cientos de libros. En la librería era frecuente ver, cada día, unos cuantos camiones que dejaban varias cajas, tanto pequeñas como grandes, llena de libros. Si os pudiera mostrar la cantidad de cajas que nos dejaba el muchacho de Penguin Random House en tan solo una semana, os quedábais de piedra. 

Allí vivían libros para todas las edades, desde los más pequeños hasta los lectores mas asiduos, y libros para todos los gustos: política, historia, ficción, juvenil, fantasía... Y, claro, una de mis misiones era abrir todas esas cajas y empezar el trabajo de ponerle fecha a los libros y etiquetarlos como novedades. Desconozco si en otras librerías fechan los libros, pero la razón que hay detrás de eso es la devolución. Que una librería reciba tantos libros es señal de que tiene bastante variedad, pero no es algo que celebrar. ¿Cuánto cuesta ese libro que estás deseando comprarte? Pues imagínate ese precio multiplicado por 100, en los casos más extremos. ¡Y tan solo un reparto! ¿Cuánto dinero al mes te cobraban esas editoriales y distribuidores por tener allí los libros? No hace falta hacer cuentas, porque os lo diré con una palabra: elevadísimo.

Esa es la parte más tediosa de tener una librería, y también la más peligrosa, porque como no tengas cuidado y estés atenta, te arruinas en un par de meses. El caso es que en la librería que me encontraba había mucho espacio y libros por todos lados, por lo que devolver esa gran cantidad de libros antes de que te los cobrasen era una rutina que parecía no tener fin. Horas y horas, contadas en diferentes días, eran las que me pasaba haciendo lo siguiente: recorrer cada estantería del local, abrir el libro para ver la fecha que tiene, cogerlo si ya era para devolver, juntarlo con otros libros de la misma distribuidora, meterlos en una caja, pasarlos por un programa especial que tienen los libreros, cerrar la caja, poner la dirección a la que se va a mandar y llamar a la persona encargada de recogerlos cuando se amontonaban, o bien en el almacén, o bien en la entrada. Era un no parar constante. Y es que, encima, cuando estabas devolviendo, llegaban y llegaban mas cajas, con títulos que te interesan tener y los conservas, pero también con títulos que no quieres y tienes que devolver, juntándose el hambre con las ganas de comer. 

Y luego está la parte de los distribuidores. Tienes que reunirte con ellos, hablar, decidir las novedades que quieres. Y pelearte un poco porque te pueden llegar a mandar hasta 50 ejemplares de un mismo libro cuando les has dicho una y mil veces que te manden solo un par de ellos. Trabajar en una librería es algo costoso, que requiere mucho esfuerzo y tiempo. Se ha dado varios casos en los que la dueña de la librería, la que ha sido mi tutora laboral, se ha tenido que quedar a comer en la librería para poder acabar con el montón de cosas que tenía encima.

Pero bueno, yo me quedo con el disfrute cada vez que veía a alguien comprarse ese libro que tiene ganas de leer, esa emoción de ver llegar nuevos libros y de poder tocarlos, de ojear esas novedades que a más de uno y una nos tiene los bolsillos pelados. Como amante de la literatura, ha sido una experiencia grata ne la que me he podido rodear de libros de toda clase y aprender muchas cosas. He estado en una librería, pero también he estado en la feria del libro, otro caos absoluto. Pero el amor que una siente hacia los libros hace que, a pesar de que tienes que estar ordenando estanterías, colocando nuevos libros, quitando los más viejos y peleándote con las editoriales y los distribuidores, es una sensación muy chula y que se agradece con los comentarios y la ilusión de la gente.
No sé muy bien si todo esto que os he escrito hasta ahora puede contaros cómo han sido, para mí, esos tres meses de prácticas. No soy librera y mis prácticas no tiene nada que ver con eso. La librería en la que estaba no solo era eso, sino que también era cafetería y un espacio cultural donde se realizan, día tras día, muchas actividades: desde clubes de lectura, hasta presentaciones de libros o micro teatros. Esa es la parte que yo he estudiado y está más acorde con lo que tenía que hacer, pero en realidad estaba metida en ambos mundos. Y, sí, estar en una librería es maravilloso. Pero hay que ver y tener en cuenta que tenerla es algo muy costoso.

¿Qué me decís? ¿Tenéis alguna experiencia vosotros en una librería?


from Ciudad de los Libros http://ift.tt/2rFnpO5
via IFTTT

No hay comentarios.:

Publicar un comentario